La presencia de la Guardia Nacional en Los Ángeles ha intensificado el conflicto entre el presidente Donald Trump y las autoridades demócratas de California, luego de que miles de personas salieran a las calles a protestar por las redadas migratorias impulsadas por la Administración federal. Trump, desde un evento de la UFC en Nueva Jersey, acusó al gobernador Gavin Newsom y a la alcaldesa Karen Bass de haber actuado con lentitud ante los disturbios, y celebró anticipadamente la intervención militar, a pesar de que los soldados aún no se encontraban desplegados. El domingo por la mañana, los 2 000 efectivos llegaron al centro de la ciudad, portaban rifles y equipo antidisturbios, para custodiar instalaciones federales del ICE y reforzar la presencia del Gobierno en áreas sensibles. La decisión fue tomada sin el consentimiento del Estado, lo que ha sido duramente cuestionado por organizaciones como el Centro Brennan para la Justicia, que recordó que no se registraba una acción similar desde 1965.

El gobernador Newsom denunció que la militarización de la ciudad solo agravaría las tensiones y acusó a la Casa Blanca de fomentar el caos con fines políticos. En una carta oficial enviada al Pentágono, solicitó la retirada inmediata de las tropas, subrayó que la situación se encontraba bajo control hasta que intervino el Ejecutivo federal. Por su parte, la alcaldesa Bass indicó que la mayoría de las manifestaciones habían sido pacíficas y que la movilización militar era innecesaria en una ciudad de casi cuatro millones de habitantes. A pesar de algunos episodios aislados, como la quema de un vehículo en Compton, la protesta del sábado fue dispersada por la policía local antes del arribo de la Guardia. Legisladores como Adam Schiff y Bernie Sanders calificaron la decisión como una medida autoritaria que rompe con los límites constitucionales, lo que advierte sobre el uso político de las fuerzas armadas para controlar la disidencia civil.

Fuente: El País. 

Imagen: Reuters.