La creciente demanda de vehículos híbridos y eléctricos ha generado una presión significativa en la cadena de suministro de insumos esenciales como litio, cobalto y tierras raras, cuyos costos y disponibilidad se han vuelto críticos. China domina este mercado, produciendo el 70% de las tierras raras y más de la mitad de las baterías a nivel global, con empresas como CATL y BYD liderando el sector. Esta dependencia de Asia, especialmente en materiales y semiconductores, representa un desafío para Norteamérica, que aún no logra desarrollar una capacidad de producción suficiente, a pesar de los esfuerzos de Estados Unidos para reducir esta brecha.

La relación con China plantea riesgos estratégicos, agravados por posibles políticas proteccionistas de Estados Unidos, como las que podría implementar Donald Trump en la presidencia. Esto podría limitar la entrada de vehículos chinos al mercado estadounidense, intensificar la guerra comercial y comprometer el suministro de componentes. Mientras tanto, China se ha consolidado como un gigante automotriz global, con una producción que supera en 11 millones de unidades la demanda interna, lo que le permite inundar mercados internacionales con vehículos a precios competitivos, gracias a los subsidios estatales y una creciente adopción de tecnología eléctrica.

Fuente: Expansión