En 2025, las marcas globales enfrentan una exposición creciente a los conflictos geopolíticos, lo que impacta directamente sus operaciones y estrategias comerciales. La intensificación de tensiones entre potencias económicas y la reconfiguración de las cadenas de suministro han cambiado el panorama empresarial, lo que obliga a las compañías a replantear su presencia en ciertos mercados y a diversificar sus fuentes de insumos. La rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China, las sanciones económicas y la incertidumbre política han generado nuevos riesgos para las empresas que dependen del comercio internacional. En este contexto, la percepción de marca se ve afectada en regiones con alta inestabilidad, donde factores como la regulación gubernamental y las restricciones comerciales influyen en la reputación y viabilidad de las compañías.

Ante este escenario, la diversificación de mercados, la reconfiguración de las cadenas de suministro y la inversión en tecnologías emergentes se han convertido en estrategias esenciales para mantener la competitividad. Empresas de distintos sectores han comenzado a establecer nuevas alianzas, buscar proveedores alternativos y adoptar modelos de negocio más flexibles para mitigar riesgos. Mientras que algunas economías refuerzan sus políticas proteccionistas, otras impulsan acuerdos comerciales estratégicos para garantizar estabilidad y crecimiento. En un entorno cada vez más fragmentado por intereses nacionales y regionales, las marcas que logren adaptarse con rapidez a estas dinámicas estarán mejor posicionadas para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades de la nueva configuración del comercio global.

Fuente: Merca2.0